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martes, 11 de octubre de 2011

Crear entornos adecuados para el aprendizaje de de las personas con diversidad funcional intelectual:

Puedo decir desde mi más humilde experiencia que tengo la gran suerte de compartir mi día a día con personas maravillosas que rara vez están malhumoradas/os, agradecidas/os por cada momento que les dedicas, con muchas ganas de dar lo que son y de recibir.



Ellas/os me enseñan que cada día es único y especial que no hay reglas. Me han dado la oportunidad de vivenciar con el corazón aquello que ya sabía con la mente.
Superar los retos, aprender y dar cada día lo mejor de nosotras/os se ha convertido en parte sustancial de nuestras rutinas.



¡Si puedo! Claro que puedo, puedo hacer todo aquello que me proponga. Ellas/os me lo han enseñado. Hemos aprendido a creer en nosotras/os, hemos aprendido a confiar en nuestras capacidades, a superar nuestras limitaciones, a ir más allá no sólo de lo que pensábamos, sino de lo que nunca antes hubiésemos pensado.



Quiero compartir con ustedes la necesidad de incorporar en nuestras aulas pensamientos, creencias y actitudes positivas para favorecer el aprendizaje de cualquier cosa que nos propongamos. He podido comprobar que somos nosotros, el mundo, nuestras propias creencias heredadas de la infancia, de la familia, del entorno las que limitan nuestro propio aprendizaje. Cuando creemos en nosotros mismos, cuando nos sentimos capaces, valorados, respetados, es seguro que podemos superar nuestras limitaciones e ir más allá de lo establecido.



Es por eso que siento que para favorecer el aprendizaje de las personas con diversidad funcional intelectual y contribuir a mejorar sus vidas, necesitamos considerar algunos aspectos previos:



Hay que dedicar mucho tiempo a erradicar ideas, conceptos y percepciones erróneas sobre la discapacidad y lo que esta implica. Cada persona es un ser único y especial, y lo que sirve o es bueno para uno, no sirve o no es bueno para el otro. No obstante, partiendo de esta premisa, quitemos de nuestro vocabulario: “Las personas con discapacidad son… o suelen comportarse…”, o no podrán hacer…” Todas/os tenemos en nuestro interior la capacidad de mejorar, superar nuestras propias limitaciones.



La autoaceptación es la clave, pues esta pide que enfoquemos nuestra experiencia con una actitud que haga irrelevantes los conceptos de aprobación o desaprobación: enseñémosles a ellas/os y ayudemos a sus familiares a saber que no necesitan actuar para ser aprobados ni desaprobados, ayudémosles a cultivar el deseo de ver, de saber, de conocer, de ser ellas/os mismos.

Ahora bien, aceptarnos a nosotros mismos no significa carecer del afán de cambiar, mejorar o evolucionar. Lo cierto es que la autoaceptación es la condición previa del cambio. Si aceptamos lo que sentimos y lo que somos en cualquier momento de nuestra existencia, podemos permitirnos ser conscientes de la naturaleza de nuestras elecciones y acciones, y nuestro desarrollo no se bloquea.

Podemos resumir las claves para generar un aprendizaje significativo en nuestras/os alumnas/os en:




- Educa en la responsabilidad de del cuidado de si mismos en la medida de sus posibilidades. Enséñales a ellas/os y a sus familiares si fuese necesario, la importancia de una buena alimentación, equilibrada, que nos permita estar sanos, enérgicos, y vitales.



No es raro encontrarnos personas a las que dedicas tu tiempo y observas que después de poco esfuerzo están cansadas/os, les duele la cabeza… Si bien esto puede deberse a diferentes motivos como medicación u otros aspectos, la alimentación constituye la parte esencial para estar vitales.



Así mismo , trabaja para crear hábitos de cuidado de su cuerpo, favorece al máximo la conciencia de responsabilidad en la higiene así como en su imagen.



- Crea conciencia de la necesidad de realizar actividades físicas y hábitos saludables.
- Hazles saber y trabaja para que tomen la máxima responsabilidad sobre sus emociones. Enseña estrategias para afrontar con éxito las emociones.
- Favorece espacios bellos, tranquilos y equilibrados. Enseña a relajarse a tus alumnas/os .
- Genera espacios de comunicación, diálogo y enseña a resolver los conflictos de manera sana.
- Crea normas, límites y consecuencias claras razonadas, realistas y realizables. Estas deben ser conocidas por todas/os, deben ser objetivas, asertivas y aplicables en la medida de lo posible a la vida real. Aunque existan consecuencias comunes, se deben de individualizar , porque como ya dijimos, lo que sirve para uno, no sirve para el otro.
- Crea orden, rutinas y hábitos y se un ejemplo.
- Favorece el ritmo en el aprendizaje: el ritmo, la repetición y la constancia son las claves de éxito para consolidar un hábito.
- Enseña cosas que tengan sentido para ellas/os, así como contenidos de la vida misma.
- Diviértete enseñando. Enseña un mismo contenido desde todos los puntos de vista que se te ocurran. Crea entornos de aprendizaje en movimiento. Realiza juegos y actividades con contenidos educativos que permitan movernos, expresarnos, reírnos…
- Ayúdate de las tecnologías y úsalas de forma equilibrada.
- Coloca las actividades de mayor atención en las primeras horas de la mañana y deja las más lúdicas para las últimas.
En el aprendizaje juega un papel importante la motivación, la atención… Todos sabemos que cuando algo nos gusta, nos lo pasamos bien, prestamos mayor atención, estamos más predispuestos al aprendizaje.
- Implica a todo tu cuerpo en el aprendizaje. Ten el máximo de experiencias prácticas y corporales. Ríe canta y juega si es necesario.
- Termina siempre lo que has empezado.
- Crea y dedica mucho tiempo a cultivar en ellas/os valores de convivencia y ciudadanía.
- Enséñales a valorar la vida, los recursos naturales, lo que son, lo que tienen…
- Autoedúcate y practica lo que deseas conseguir en ellas/os.
- Reconoce tus errores, habla libremente de ellos. Soluciona los conflictos de forma que seas un ejemplo.
- Reconoce la individualidad de cada una/o. Enséñales a expresarse de formas creativas y diferentes.
- Presta atención a lo que surge a tu alrededor, observa los cambios y valóralos. Felicítales y aprueba los méritos.
- Hazles saber que para ti son muy importantes. Ayúdales a conocer sus derechos, responsabilidades y obligaciones.
- Ayúdales a descubrir sus deseos, sus intereses… y a ponerlos en práctica.
- No hagas por ellas/os lo que pueden hacer por sí mismos.

Y sobre todo… Ama lo que haces y haz lo que amas.

A partir de este momento es seguro que estarán dispuestos a aprender lo que necesiten.

Dácil Gutiérrez Cera

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravillosa exposición de las emociones que surgen cuando trabajamos con apoyo recíproco, afectividad y convencimiento...Así surgen ideas, sensaciones y proyectos compartidos.